martes, 25 de junio de 2019

Sombrero de ala ancha de 1855

    Para el festejo del X aniversario de Anacrónicos, me hice un nuevo tocado y un nuevo sombrero basados en la lámina que había escogido recrear.


    Aunque los sombreros de ala ancha no eran los más comunes, las capotas reinaban con permaencia, en veranos se podían ver sobretodo en el campo o en la playa (había que cubrirse bien del sol).
    Tras mucho buscar por internet (y con la recreación a la vuela de la esquina, por lo que los tiempos de envío debían ser muy justos) me decante por una tienda física que se encontraba (milagrosamente) cerca de mi casa.
    Así pues una mañana, equipada con medias y trocitos de telas con los colores de mi traje, fuí a Masario para hacerme con una especie de pamela de paja con la copa muy baja y pequeña y el ala bastante ancha.
    Tienen multitud de artículos y es difícil no encontrar o que necesitas.
    Salí muy contenta con mi nuevo sombrero.
 

    Un par de días después, en un paseo tras ir al banco a resolver unos papeles, mi marido encontró unas flores de un color que conjuntaría de manera idónea con mi conjunto. Pero como no daba para todo el ruedo (no había más 😥) tuve que modificar un poco el diseño original.
    De uno de mis cajones llenos de telas recuperé una gasa de seda a rayas en degradé de fuxia a blanco (con el que  también hice el ridículo), para hacer tanto una lazada para la parte posterior el sombrero como para las "cintas" que lo iban a atar a mi cabeza.


    Así pues con todo los materiales sobre la mesa me dispuse a montar el sombrero. lo primero fue colocarle una cinta alrededor de la copa, para ello usé una de las tiras que hice para los volantes del vestido.
 























    Coloqué y cosí el lazo (tras remallarlo por completo) que iba a ir en la parte de atrás del sombrero.

    Uní las dos tiras de gasa que iban a servir de barbiquejo con una costura al tafilete.


    Ubiqué las flores alrededor de la copa y, con una gotita de pegamento caliente, las fijé en su sitio.
    Y listo:





viernes, 14 de junio de 2019

La moda en la década de 1850

    El pasado fin de semana del 1 de junio Anacrónicos hizo su reunión anual, que esta ocasión celebraba el 10º aniversario de la asociación. Por ello se conmemoró una de las primeras recreaciones reproduciendo la vestimenta y usanzas de la década de 1850.
    Estaba de moda las faldas cada vez con más volumen, que en un principio (desde mediados de 1830) se conseguía con superposición de enaguas. Ya en la década de los 40, algunas de esas enaguas estaban hechas de crin (la de los caballos 😉) para que con la resistencia de esta fibra aguantaran el peso de las faldas.

Enagua crinolizada

    El 24 de abril 1856 R. C. Milliet de Besançon patenta en París, una "tournure de femme" que se describía como un conjunto de "círculos elásticos extensibles unidos entre sí por bandas verticales", lo que se traduce con el primer miriñaque. Esta prenda tuvo un éxito arrollador, ya que permitía una exhibición perfecta de la falda sin la molestia e incomodidad de llevar una docena o más de enaguas.


    Para que en un momento de mala suerte, un golpe de viento o un paso de baile, no se vieran las piernas desnudas de una mujer, estas se cubrieron, no solo con las medias, si no con unos pantalones llamados calzoncillos de mujer si tenían el bajo recto con sus correspondientes puntillas y bordados y pantalones a la turca si se cerraban al tobillo (como los bombachos), estos eran más usados para los bailes. Los dos modelos estaban abiertos en la entrepierna de delante a atrás, ya que con faldas tan voluminosas era imprescindible para poder ir al baño.

Pantalones a la turca

    Otra prenda que servía para guardar el decoro es la enagua de pudor. Ésta se llevaba entre los calzoncillos y el miriñaque. Con un largo que podía variar entre la media pantorrilla y el tobillo, iba muy decorada con puntillas, bordados y jaretas.


    Dicho esto, no hay que olvidar el corset y la camisa que va dejado de éste, así como la enagua que va por encima del miriñaque y las medias y las ligas. Y con esto ya llevamos toda la ropa interior, ¡y solo hemos tardado un cuarto de hora en ponérnoslo todo!!

    Sobre el corset colocamos el camisolín que está compuesto de tres piezas: la pechera y las dos mangas, y que una vez todo colocado en su sitio parecerá una camisa. Durante este decenio los camisolines tendrán las mangas anchas, sobretodo si el vestido lleva mangas pagoda, y el escote irá a cuello, Solo se verá la piel cuando las damas se vistan con el traje de gala o de baile. Cuando más formal sea el evento más piel se muestra.

Camisolín

    Ya solo quedan la falda y el cuerpo, porque en esta época no se usaban vestidos, sino que eran dos piezas. Estuvieron muy de moda las faldas con volantes, he llegado a contar 11 volantes en una falda, aunque a partir de siete ya no se consideraba elegante. Otro elemento que caracteriza este periodo (lo que se traduce como: estaba muy a la moda, pero ya lo he repetido mucho 😋) son las mangas pagoda, que son extremadamente anchas a la altura del puño, de manera que dejan ver los manguitos de la camisola.

Un bonete de encajes y puntillas para estar en casa o una capota para salir a la calle junto con los imprescindibles guantes y ya estamos listas para un día cualquiera de la década de 1850.