martes, 22 de enero de 2019

Periplos de un sombrero

    Hace años me compré un sobrero de paja para el verano, el sol directo en la cabeza hace me den jaquecas. Poco tiempo después fuimos a las fiestas medievales de Sigüenza y mi madre lo uso, convenientemente adornado de plumas dorada y rojas, para su traje de corte alemán.
    El pobre sombrero estuvo dando vueltas de armario en armario (ya que yo conseguí otro para mi cabecita en verano), hasta que un día lo volvimos a sacar para complementar el traje 1900 de mi madre.
    Tanto tiempo y tantos traslados le pasaron factura (cambios de lugar en el almacén de la tienda, de la tienda a casa cuando cerramos, el doble cambio de domicilio hasta que por fin llegamos a Talamanca), tenía varios rotos en el ala. Los arreglé con entretela termofijable y para que no se vieran los parches forré todo el sombrero con tela verde a juego con el traje.

    Compramos una boa de plumas color chocolate y, mediante puntadas discretas, lo colocamos en la parte superior del sombrero cubriéndolo prácticamente todo.


    Estoy muy contenta de como quedó, pero después de usarlo durante todo un día, a mi madre le resultó incomodo ya que el contorno de la copa es muy grande para ella y se bambolea y al ser de ala ancha...
    Entonces fue cuando tuve noticia del 150 aniversario de la entrega de El Retiro al pueblo de Madrid por parte de la reina Isabel II. Me hice un traje con crinolina y comencé a hacer el de mi madre, pero para esa fecha vino mi tía de visita desde Francia y mi madre no pudo participar, pero la capota ya estaba terminada 😄
    Desmoté las plumas y quité la tela que cubría el sombrero y, tras buscar mucho por internet, separé el ala de la copa. Antes de cortar apliqué una generosa capa de cola blanca para que la paja no se deshiciera (a Sherlock el gusta lamer la cola blanca, lo cual hizo que este paso fuera una odisea).



























        Volví a colocar el ala del sombrero pero esta vez en un ángulo diferente para en vez de que fuera plana y abierta se quedara más cerrada como un cloché.




     Recorté el ala por detrás para que no molestara en el cuello y quité la cinta de plástico roja que rodeaba todo el sombrero


    Una vez terminada la base, solo queda decorar y camuflar las huellas de su transformación. Con pegamento caliente (la opción más adecuada era coserlo todo a mano, pero tenia un aligera tendiditis y no quería empeorarla) coloqué tiras de encaje fruncido en el interior del ala cubriéndolo y una más en el borde exterior. Después puse las cintas de organza que "atan" la capota y la cinta de terciopelo que conforma la banda, las plumas y para tapar las puntas de estas un lazo hecho con cinta de terciopelo.





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